La palabra de Dios puede crecer y dar fruto en tu vida de manera sobrenatural. Todos necesitamos oírla con atención, entenderla con claridad, abrazarla de corazón y obedecerla fielmente permitiendo que produzca transformaciones en nuestro interior. Así creceremos firmes y nuestra fe estará mucho más fortalecida.
“Con todo esto en mente, amados hermanos, permanezcan firmes y sigan bien aferrados a las enseñanzas que les transmitimos...”
2 Tesalonicenses 2:15 NTV